La vida es como un bol de palomitas. Cuando las hago en casa, lo que más me gusta es llegar al final. Allí abajo están los granos que no han llegado a abrirse, y otros que se han quedado a medias.
Los segundos son mi momento favorito de la película.
Un grano de maíz medio abierto es una relación los primeros días de los 19 de Sabina. Dejar la complicidad a medias. Descorchar la mirada, para beber solo un poco de sus ojos. Navegar con la complicidad, pero no coger los gestos más peligrosos. Igual que hay olas capaces de tirarnos sin previo aviso, hay manos con licencia de hacernos creer en algo parecido al amor sin (salva)vida(s).
Y qué putada ahogarse.
Un grano de maíz que no llega a hacerse palomita no es menos que el resto. De hecho, es más en el tiempo aunque queráis restarle intensidad. No abrir y cerrar la complicidad la misma noche de las 500. Que más por menos no siempre es más, pero más por más siempre será bueno. Así que va, deja de esperar el beso final y haz que el mejor momento de la película sea la miel en los labios de la última palomita que no comerás.
Ya quisiera la que se abrió haber durado más.