domingo, 2 de octubre de 2016

Palomitas de domingo.

La vida es como un bol de palomitas. Cuando las hago en casa, lo que más me gusta es llegar al final. Allí abajo están los granos que no han llegado a abrirse, y otros que se han quedado a medias. 
                                                                        Los segundos son mi momento favorito de la película. 

Un grano de maíz medio abierto es una relación los primeros días de los 19 de Sabina. Dejar la complicidad a medias. Descorchar la mirada, para beber solo un poco de sus ojos. Navegar con la complicidad, pero no coger los gestos más peligrosos. Igual que hay olas capaces de tirarnos sin previo aviso, hay manos con licencia de hacernos creer en algo parecido al amor sin (salva)vida(s).
                                                                                                                                        Y qué putada ahogarse.

Un grano de maíz que no llega a hacerse palomita no es menos que el resto. De hecho, es más en el tiempo aunque queráis restarle intensidad. No abrir y cerrar la complicidad la misma noche de las 500. Que más por menos no siempre es más, pero más por más siempre será bueno. Así que va, deja de esperar el beso final y haz que el mejor momento de la película sea la miel en los labios de la última palomita que no comerás.
                                                                                                    Ya quisiera la que se abrió haber durado más.

miércoles, 21 de septiembre de 2016

Terceras elecciones: yo, yo y tú.

Primera. Ser quien te hace recuperar la ilusión por un sentimiento siempre será igual de importante que quien te hizo perderla. Cada quien en su momento. Cada cual en su gobierno. Apostamos por lo que menos nos hace desconfiar. Y hubo alguien a quien no le hizo falta papeleta para llegar a mis manos. Ganó sin ser rival. Sin querer ponerse por encima de nadie. Esperando que pasase mi eliminatoria para vernos en semifinal. Y solo era la primera. ¿No es verdad que se merece algo más que mi tiempo por hacerme recuperar la magia de ese sentimiento?

Segunda. Ser quien provoca las ganas de reconocerse a uno mismo nunca será lo suficiente decepcionante como para arrepentirse de haberlo intentado. Y yo lo estoy intentando. Porque ahora sé que sí. Que puedo. Que quiero. Y que debo. Que febrero fue la gota que empezó a llenar la nube de septiembre. Y es que escribir es el acto de valentía más sincero capaz de cumplir lo que un día se sondea. No sé si ha sido tu culpa o la mía. Pero ya que estamos, ¿por qué no lo intentamos?

Tercera. Ser quien le da a mi tiempo la responsabilidad de lo que tenga que ser. Ya estoy posponiendo muchas alarmas. Al final me voy a quedar dormida. Y al despertar habrá ganado las elecciones otro partido. No quiero esperar cuatro años. Quizás nuestras vidas ya se han dado el suficiente espacio. Puede que ahora llegue el mejor momento. Si ellos no se han puesto de acuerdo en un año, ¿quiénes somos nosotras para querernos en menos tiempo? 

Ya no quiero más investiduras. Me quedo con la primera. Conmigo sumándote a ti. Yo y tú. Tú y yo. Sin ser mayoría absoluta consiguió mi confianza. 
Ya quisiera el señor Rajoy que me estuviese refiriendo a él. 

Ven y (a)probamos suerte. 
Mi mirada te dijo que te esperaba en la final
Y aquí estoy. Ahora sí. Que empiece el partido.
(Por cierto, soy madridista, ya estoy acostumbrada a sufrir hasta el minuto 93).

miércoles, 1 de junio de 2016

Se busca pronombre para nuestra casualidad.

Quiero encontrarme por casualidad. 
Que vuelvan a sonar mis ganas de soñar,
a pesar de que nunca dejaron de estar.
Mirarme por fuera y ver lo mejor de dentro.
Hacerme la loca en casa, y que me vuelva(s) loca fuera.
                                                                                                    Quiero ser yo para poder ser contigo.

Quiero encontrarte por casualidad.
Que llegues invitándome a bailar,
aunque yo no tenga ritmo ni ganas de follar.
Mirarte en el espejo e imaginar tu sonrisa en mis ojos.
Hacerte el amor en silencio, y ahora sí querer bailar.

Quiero que me encuentres por casualidad.
Que una mirada nos invite a soñar,
si bien queda algo por contar(nos).
Solo tú y yo sabemos de lo que hablo.
Hacernos una y contarlo es cuestión de intentarlo.
                                                                                            Quiero que seas tú para poder ser conmigo. 

Quiero encontrarnos por casualidad.
Que sea el tiempo nuestro mejor despertar,
como lo lleva siendo desde la noche que no se puede contar.
Mirarnos sin pensar, guiñarte un ojo y sonreír sin más.
Hacernos juntas una vida compartida en libertad.

Quiero que seamos tú y yo para poder ser nosotras.

Y encontrar juntas cada casualidad.

domingo, 15 de mayo de 2016

CAOS sentimental.

Photography: Aida Dayai

Dice que el destino hace de las suyas,
que hay cenizas en la ropa que nos sobró.
Dime que piensas en mí de vez en cuando, 
que no importa la distancia ni kilómetros por recorrer.

Diles que he subido a lo más alto, 
y he caído a lo más bajo viendo al infierno rezar.
Dime si estoy loca por sentir como una flor, 
si yo digo negro será que me fui por creer en el amor.



--- ENCADENADA A TI, MALÚ ---

Ahora a ver quién tiene cojones a decirme que me entiende mejor que una canción de Malú. Que venga alguien que me haga sentir como lo hacen cuatro acordes y una voz. Que llegue quien al mirarme a los ojos encuentre en ellos la emoción que desprenden gracias a una persona que jamás los ha mirado. Quizás sea un problema que las únicas personas que me hacen encontrarme conmigo misma no me pertenezcan en espacio ni tiempo. Quizás me conozco desde siempre sin llegar a reconocerme nunca. 

Y ahora,
                (+ ahora qué...)
                (- devuélveme la vida.)
cuando más dudas merodean por mi pensamiento, vuelve(s), tan inesperadamente, siempre vuelve(s). Cuando más y menos falta me hacía. Y, sobre todo, cuando más ganas de despegar tenía, llega ella para volver a girar noventa grados mi cabeza, y mi vida. Ella, capaz de hacerme sentir lo peor, y así odiarla de tanto querer(la). 

Ella es Malú. La que pasa de demostrar sus dotes de iniciación de tambores a subirse a otro nivel del escenario y dejarme con la boca abierta. La que es capaz de interpretar el tema más desgarrador y acto seguido ponerte la piel de gallina recitando una canción a piano. La que me tiene dos horas y quince minutos con la mirada embobada y el corazón sobrepasando el límite de velocidad. Es ella.

Ojalá tú seas testigo de algo así. Ojalá te hagan volver a todo ese caos que creías olvidado. Ojalá sea ella quien mejor te entienda. Ojalá tu cabeza piense lo mal que lo estás haciendo, y las ganas que escondes de hacerlo bien. Ojalá sientas ganas de reiniciar. Ojalá tú, y nadie más. Porque solo después de ese acento en la a te darás cuenta que hay cosas que acaban por miedo a volver a empezar.

Hasta pronto, y gracias Malú, JODER, 
                                                                      G R A C I A S .

lunes, 2 de mayo de 2016

Cuando quieras querer.

Cuando quieras querer, ven y mírame. Yo puedo seguir haciéndome la loca, y tú a lo tuyo. Puedo seguir olvidando lo que no me acerca a ti, y tú rompiendo distancias con otra mirada. Puedo querer, y de hecho quiero; puedo deber, y quizás deba; pero sobre todo, puedo sentir, y siento que quiero y debo. Porque con nadie más lo veo.

Cuando quieras querer, ven y háblame. Tú tienes un ejército de soldados a tu favor. Yo juego en desventaja. Hazme caso, soy demasiado tuya. Y ni siquiera sé que conlleva tal condición. Pero tú guardas parte de mi ilusión. Digamos que eres el arcoiris de mi tormenta. No te asustes. Llueve fuerte, pero asoma el sol. Tranquila, puedo esperar a que se vaya el nubarrón. Un poquito más. 

Cuando quieras querer, ven y quédate. No sé por qué, pero algo me dice que saldrá bien. Quizás sea tu forma de ser, tal vez tu modo de querer, o simplemente las ganas que queramos tener. Porque el día que quieras querer, significará muchas cosas. La primera, que sabes esperar como yo no supe acelerar. La segunda, que si alguien se ha cruzado, tú no has cogido su mano. La tercera, que te ofreces a ser la que rompa el refrán de llegar a mi vencida. Y la cuarta, no menos importante, que aceptas el reto de ser la que inspira mi canción. 

No hay ni una sola condición capaz de hacer temblar este secreto tuyo y mío. 

Siento que avanzo sin un solo paso. 

Cuando quieras querer, ven. 

Y juntas discutimos el verbo de después. 

(Ya te aviso que no me gusta perder.)

domingo, 17 de abril de 2016

Olvidar-te quiero.

Olvídate si puedes. No les digas que me conociste. Ni que hubo una noche en la que todo encajaba de manera increíble ante la atenta mirada del semáforo en rojo. Pero no olvides que las cosas cambian, y ahora hay un color que empieza por <<amar>> y termina en mi <<yo>>. Lo estoy consiguiendo. Dame un verte más, que la <<d>> ya casi encaja.

Olvídame si quieres. No les digas que fui cobarde. Ni que frenaba todo impulso de mis manos. Ni siquiera cuentes las veces que me quedé con ganas de mirarte. Allí fuera hay un ejército de soldaditos intentando derribar la barricada que forjé contra el destino. Dicen que necesitan ayuda, tal vez tenga que empezar a querer(te).

Olvida el tiempo y su rutina. Haz de tus labios la poesía más bella contada en verso. Que cada punto marque la rabia de lo que pudo haber sido. Que no haya rima más fuerte que la que escriben tus ojos cuando juntos ponen rumbo fijo al corazón. 

Olvida mi nombre y mi cara, pero vuelve a mi casa siempre que quieras. El hogar lo pongo yo. Tú olvida que me conoces y empieza por hacerlo. No le digas a tu piel que mi dardo no se desvía de su trayectoria. Ni que poco a poco mis manos liberan el pasado y preparan tu batalla.

Olvídate si puedes. No les digas que entre tú y yo siempre hubo algo. No te creerían. Ni apostarían al futuro. Diles que no dejé conocerme. Habla mal de mí. Quizás algún día esta historia sea las palomitas de un domingo de abril.

Olvídame si quieres. Y no les digas que te escribo. Nos vemos pronto. Ojalá hasta entonces no quieras olvidarte de mí, porque yo estoy a punto de olvidar lo que me separa de ti.

domingo, 3 de abril de 2016

La revolución del amor.

Yo no quiero hacerte feliz,
eso es cosa de uno mismo.

Quiero que cuando seas feliz,
mis ganas sean tu 
                                 (r)evolución;
y mi son-risa tu vicio in-evitable.

Tampoco quiero que me quieras más que a ti,
                                                                                  ni que a nadie. 
Ojalá solo me quieras porque te quieres siendo tú conmigo.

Que brindemos nuestros éxitos
y enterremos los fracasos,
                                                allá, en el fondo
                                                donde nadie me ve.

Yo no quiero tumbar el ocho,
así que levanta y separa tu círculo.

Quiero que toda esta revolución
empiece por conocernos. 

domingo, 6 de marzo de 2016

Nada es todo.

Nada: lo normal, 
yo con estos pelos y tú tan guapa;
porque puedes quedarte con lo bueno
mientras  yo (re)ordeno el temporal.

Nada: lo inmortal,
mis dos labios húmedos y tu cuerpo en libertad;
que me da igual
yo lo que quiero es tu risa inmortal.

Nada: los ojalá,
yo queriendo y sin buscar
ella ve(te) tú a saber lo que hará
quizás pase de mí como viene siendo normal.

Nada: lo pasado,
echar de menos es (sobre)volar;
pero podemos volver a buscarnos, 
y hacer que nos encontramos por casualidad.

domingo, 28 de febrero de 2016

EN-AMOR-ADA

No sé en qué puto momento alguien se sintió con la licencia de inventar el (en)amor(arse). Ni por qué la gente se empeña en querer que otra persona sienta eso por ellos. Yo, con pocos años y la mayor inocencia que unos ojos pueden silenciar, firmo un contrato en el que se ahogue la posibilidad de que se enamoren de mí. Lo firmo. Aquí, o en Roma, y ahora. Con o sin testigos.

Firmo las ganas de quedarme conmigo.
Firmo que no se agote la magia de mis ojos.
(Rea)firmo echarme de menos de vez en cuando.
Y te invito a grabar tu tinta junto a mi garabato.
Celebremos que no hay prefijos ni sufijos en el amor.

Si alguien tuvo la valentía de gritar palabras en boca de nadie, yo tengo la fuerza de susurrar que nadie me diga la palabra amor disfrazada de adjetivo. Pueden hacerlo, pero no provocarán que mi boca compre tal declaración. No lo necesito. Ni creo en ello. Lo siento, pero ahora solo creo en los pronombres reflexivos. La reciprocidad siempre termina perdiendo en la prórroga. Jueguen el partido, les invito a sentir la putada de encajar un gol en el minuto 93. 

Joder;
cómo escuece, 
qué poco dura,
cuánto permanece.

En el acta de mi vida quiero una tarjeta roja por saltar límites, pero no me apetece tener una sanción por culpar al amor de lo que te pasa por pronunciar el adjetivo que me señala.

Por favor, no juegues con los pronombres, no pongas la tercera persona cuando solo hay hueco para la primera acompañada de un complemento tan precioso como unos Calvin Klein (o unas Calvin Klein). Piensa un poco, joder. Deja de creer que el amor es cantidad, y empieza por sentir que la calidad está en el amor por ti cuando estás con alguien.

Esto firmo. Un contrato que sentencie que alguien se enamore de sí cuando está conmigo -y se puede estar de muchas formas-, que nunca cambie la ese por una eme, que no escriba el pronombre ella; porque justo en ese momento el amor perderá su licencia...
y dejará de ser Roma al revés.

domingo, 21 de febrero de 2016

Lo que pudo haber sido.

Nuestros tiempos han sido cortos. Quizás no daba nota pa' bailar la última canción que cerraba la discoteca de unos ojos brindando amor. Si te digo la verdad, me gustas por lo que no haces y lo que me apeteces hacer. Pedir que te quedes con la mirada. Y querer que la mirada se quede. Era (in)cómodo. Sonreía, pero mi corazón tiritaba de frío. Te buscaba, haciendo lo (im)posible para que no te dieses cuenta. Porque a veces, por mucho que queramos...
no es el mejor momento.

domingo, 14 de febrero de 2016

Te prequiero.

No digo que te quiero,
porque todavía no puedo.
Pero te prequiero.
Te prequiero mucho.

te (pronombre): a ti. 
A todos nos enseñan a decir 'te quiero', pero muy pocos tenemos la valentía de estudiar querernos. Sí, a nosotros, en soledad. ¿Cómo vas a querer a alguien si no sabes ni quererte a ti? Si estás en lo primero sin haber pasado por lo segundo, déjalo, porque lo estás haciendo fatal. Es muy poco difícil usar estas dos palabras cuando ni siquiera sabes lo que realmente estás diciendo. Un 'te quiero' es una expresión cargada de significado. Estás convenciendo a alguien de que quieres quererte queriéndole contigo. ¿No te has enterado de nada, no? Está bien. Te lo pondré más fácil. Yo te quiero a ti conmigo, porque me quiero cuando quiero contigo. ¿Ahora? Bueno, miren, vamos a dejarlo, porque tratando de haceros ver a quién queréis, me acabo de dar cuenta de que yo no quiero a nadie. Y posiblemente esta sea la mejor definición de 'te quiero' que he hecho en toda mi vida, sin darme cuenta. Aquí lo dejo, para quien lo quiera ver...

pre-: indica anterioridad en el espacio o en el tiempo.
Fácil, ¿no? Solo hay una manera. Antes de querer, hay que prequerer. Tenemos que querer querer. Siendo el primero causa del segundo, y éste consecuencia del anterior. Yo quiero porque previamente he querido hacerlo. Y lo deseo porque mi fin es hacer bien lo segundo. Así que, amigos, si no queréis querer, no perdáis el tiempo, por favor. Dejadle paso a quien realmente tenga ganas. Regalen la oportunidad a la persona que está en segundo curso del doble grado del quererse y del querer ser. Y no rompan la ilusión del destinatario del 'te', porque, joder, jode tener que aguantar a caprichosos que no saben ni lo que quieren querer.

quiero (de querer): amor, cariño.
Ahora sí. Ahora quiere. Por encima de todo. Más allá de etiquetas, más allá de prejuicios. Allí verás la consecuencia del pronombre, y comprobarás que el orden de los factores a veces sí altera el producto. Primero con 'me', luego con 'te'. Y ya. ¿Y qué más? No, con 'se' no, idiota, que no tienes derecho a juzgar quién se quiere o no se quiere. Ya tienes bastante con lo tuyo, deja al resto que se busca querer. Y acuérdate del 'pre', que todo deporte de riesgo conlleva un previo entrenamiento.

Yo, por ahora, solo puedo decir que (te) prequiero 
porque quiero aprender a querer(te). 
Primero con me y después con te. 
Para acabar siendo un nos.
Posdata: te prequiero. 

martes, 9 de febrero de 2016

Tiene todo.

Tiene todo.
Lo tiene todo,
no es perfecta
pero lo tiene todo.

Si supiese cuánto,
dejaría de pensar por qué,
sin cómo ni cuándo
supe que algo era todo.

Si yo fuera tú
y tú fueras yo,
querría alguien en mi vida para quien yo fuese como tú eres para mí.
Tan tuya sin mí; tan mía sin ti.

Y es que tiene todo.
Odio sus olas de defectos que arrastran desconfianza,
pero amo su mar en calma en el límite del corazón.
                                                                                                    Justo ahí, donde se unen agua y nubes.

Si algún día me hago mayor,
quiero alguien que me odie como yo quererte quiero;
y ojalá sienta de mí que tengo playa entre tanto océano.
                                                                                                        Donde nado sin chaleco salvavidas.

Tenía(s) algo,
todo sin físico;
pero ahora tiene(s) todo,
y, JODER, sigo sin saber (por) qué...
                                                                     Supongo que será algo inefable.

jueves, 4 de febrero de 2016

Tiene algo.

Tiene algo. 
Físicamente no me vuelve loca,
pero tiene la manía de hacerme sentir guapa.

Es magia.

Sus ojos oscuros brillan más que el azul de Ruby Rose,
esconde ilusión en sus pupilas
y las ganas las guarda en la retina.

Tiene algo. 
Y no hablemos de su interior...
(por)que eso sí me vuelve loca.

Es atracción.
Dibuja sonrisas con su mirada
y corazones con sus labios.
                                                        Así, y viceversa.

Tiene algo.
Se tiene a ella, 
por encima de todo.

Es vértigo.
Su desconfianza me mata,
pero confiarla me revive.

Tiene algo.
Mírame, intentando explicar
cómo hacer que se pueda controlar.

Es ella.
Sus diez defectos con nueve virtudes,
siendo yo la que falta por sumar.

Tiene(s) algo.
Yo qué sé, joder. 
Es todo lo bueno que oculta(s) tras ese físico, que sigue sin volverme loca.

lunes, 1 de febrero de 2016

Altibajos de emociones.

Photography: Feppress

(Me) ganó la vida
a este inquieto corazón a prueba de bombas,
(se) perdió la ilusión
a esa lágrima que aguantó sin medida.

Llegó, llenó y me llevó,
remolino de recuerdos
laberinto de sentimientos;
emoción de quien llora por dentro.

Vanesa no vio cómo mi corazón tiritaba de frío,
ni cuándo ni dónde rompió el hielo.
Vanesa se perdió mi mirada perdida
y cómo buscaba un rincón donde esconderse.

--- CRÓNICA DE UN BAILE ---

No sé por dónde ni cómo empezar. Me lo pondré fácil, utilizaré el recurso más cobarde: ojalá. 
Ojalá sintáis alguna vez en vuestra vida lo que yo no pude evitar el 31 de enero. No por ser 31. Ni por ser enero. Sino por quien decidió comprar mi alma ese día. Ojalá no podáis controlar vuestras emociones. Ojalá los sentimientos sean más fuertes que vosotros. Ojalá lloréis. Ojalá os equivoquéis. Ojalá lo hagáis mal. Otra vez. Y otra vez. Y otra vez. Sin querer más de ti. Y ojalá, alguien, algún puñetero día, tenga el valor de contaros lo que nunca nadie se atrevió a deciros.

Y ojalá sea ella. La que escribe una historia para hacerla canción y contarla sin prejuicios ni autodefensas. La que tiene los santos cojones de sentirse con pleno derecho a hacerte daño. La que entra sin pedir permiso. La que remueve todo, y cuando digo todo es todo. Esa. La que se da golpes contra el pecho haciendo sentir que nos ha clavado lo que ella un día convirtió en canción. La que planta con rabia el pie sobre el escenario haciendo temblar miles de corazones que palpitan al ritmo de su baile. La que aparta el micrófono y calla todas las bocas del doble de ojos que la miran embobados. La que tiene la puta manía de activar el mecanismo de defensa tras el que todos nos escondemos. La que vive y sueña a partes iguales. La que baila y se ríe de todas esas personas que se cruzan en su vida para no quedarse. Y en la tuya. Y en la mía. La que reposa sus dedos sobre unas teclas blancas y negras empapadas de ganas de esperar una historia en la que perder, porque no se puede ganar siempre. La que me hace conocerme mejor y sentir más que la mayoría de las personas que me conocen. La que sabe definir mis emociones mejor que yo misma. La que deja tantos 'ojalá' detrás de la puerta esperando que llegue alguien que nunca tenga que usarlos por no querer salir. Ojalá tengáis la suerte de sentir que es ella la que os cuenta lo que nunca os atreveis a decir(os). 

Gracias, Vanesa Martín.
Por confiar en el amor, más allá de ti.
Por hacerme temblar, más allá de mí.
Por creer en la piel, más allá de todo. 
(Por traer Sevilla a Madrid.)

Gracias, joder.

viernes, 22 de enero de 2016

Lo que Madrid no vio.

Madrid no vio el abrazo de despedida en la estación.
Tampoco escuchó el 'te quiero' que se susurraban al oído.
Ni cómo sus miradas se entendían a la perfección.

Madrid no vio los besos que se guardaron para el reencuentro.
Tampoco fue testigo de sus lágrimas al caminar en sentidos contrarios.
Ni por qué esbozaban una sonrisa a pesar de todo.

Madrid no vio cómo se miraban cuando el tren salió.
Ni cómo su boca dibujaba un corazón al lanzarle un beso.
Y cómo el ojo izquierdo de ella respondía con un guiño de confianza.
Ni cómo se mordía suavemente el labio.
Y acabó poniendo en pausa su boca hasta que volviese.
Aunque realmente nunca llegaba a irse.

Madrid no vio su próximo (re)encuentro.
Tampoco sus abrazos de bienvenida.
Ni cómo se comían con la mirada. 

Pero, sobre todo, Madrid no vio cómo demostraban su amor, porque nunca fue necesario gritar que, por muchos trenes que las separasen, ella era su estación definitiva.

domingo, 10 de enero de 2016

¿Qué cambiarías de mí?

No busques a quien te regale un 'no cambies nunca'. Busca a quien, gratuitamente, te haga ver qué cosas han de cambiar. Porque las mejores personas son las que llegan y te cambian a mejor. Y no es que esto conlleve un cambio de personalidad en ti por intentar agradarles. No. Es porque conlleva cambios en ti para agradarte más. 

Ya está bien de que nos digan que no tenemos que cambiar o que no tenemos que dejar de ser como somos. Basta ya. Nos engañan desde niños con este tipo de consejos, que más que consejos son formas de jodernos la magia de la vida. Porque no hay nada más bonito que alguien haciéndote ser como nunca pensaste que podías ser, para bien. No hay sensación más bella que la de sacar un aprendizaje de cada historia, por muy jodida que estés, por muy mal que lo hayas pasado. Las personas que más marcan tu vida son aquellas que, sin querer o queriendo, te hacen que duela. Y, sobre todo, te hacen sentir cosas de ti que no sabías ni que guardabas. Tanto buenas como malas. Las mejores personas son las que llegan, revolucionan, y se quedan. No sé. Quizás estés pensando que no respondo a tu pregunta. Quizás estés diciendo de mí barbaridades. Pero me gusta decir las cosas sin decirlas. Que seas tú quien las entienda, sin ponértelo fácil. 

Espera, quédate un poquito más. Quiero llegar a la típica conclusión de que nadie debe decirte cómo debes o no debes ser, pero desde mi forma de contarlo. Nadie tiene el poder de pedirte que no cambies. ¿Qué es esto? Te quitan el sentido de la vida de un puñetazo. Y todavía tienen los cojones de sonreír, como si te hiciesen bien. Y no.

Nadie tiene el derecho a establecer tu guion de vida. Ni tus reglas. Ni tu forma de querer. Nadie. Excepto tú. Contigo. El único derecho que puede tener otra persona sobre ti es la capacidad de hacerte ver cómo eres sin necesidad de decírtelo. Esa persona. La que llega y consigue que te encuentres un poquito más contigo misma. La que se queda y consigue que descubras en ti cosas que no te gustan. La que no se va ni cuando tú te has ido de ti misma. Esa persona.

En serio. Piénsalo un minuto. Confía en mí. Piensa en todas aquellas felicitaciones de cumpleaños que terminaban con un 'no cambies nunca'. Piensa en las personas que te lo decían. Ellas mismas han cambiado. Estoy segura de que el 99% ya no forman parte de tu vida. Han cambiado. Sí. Aunque les joda y se nieguen a aceptarlo. Las personas cambiamos sin darnos cuenta.

Yo no vengo a decirte qué cambiaría de ti. Porque si quisiese cambiar algo, cambiaría de amiga. Solo vengo a pedirte que cambies. No ahora. Quizás no es el momento. Pero cambia. Atrévete. Y cuidado, no lo hagas por nadie. Cambia solo por ti. Para gustarte más a ti. Para sentirte mejor contigo. Para ser feliz tú. Y para enseñarles a todos esos que te escribían aquella frase para quedar bien, que no les has hecho ni puto caso. Que has borrado el 'no' y el 'nunca' para quedarte con el 'cambia'. Y que ahora... ahora sí. Ahora eres mejor persona gracias a que un día te atreviste a cambiar.


Photo: Ana Martín

domingo, 3 de enero de 2016

Queridos Reyes Magos.

En 2015 me porté mal. Muy mal. Y nadie lo sabe. Ni los reyes por ser magos. Ni tú por tener magia. Solo yo por buscarla. He tenido que enfadarme muchas veces conmigo misma. Ha sido más difícil de lo que pensaba. Me han presentado partes de mí que no me gustan. Y digo 'me han', porque así es. Ha sido gracias a personas que he podido darme cuenta que mi vida tiene canciones a las que tengo que cambiarles la letra. Y tiene(n) que cambiar ya. Y rápido. (Gracias a cada persona que ha ayudado a que esto sea así). Porque mi parte buena ya la sé yo, no hace falta que nadie venga a presentármela. Pero lo malo no siempre está al descubierto. Quedan brechas escondidas. Hasta que llega quien da con la tecla que la descubre. Y qué bonito algo tan feo. 

Es fácil, mi 2015 se resume en una frase: mi corazón ha ido por un camino y mi cabeza por otro. Sin llegar a juntarse. He sentido que soy más débil de lo que creía. He llorado. De alegría y de tristeza. Lo primero una sola vez, de lo segundo ya perdí la cuenta... Ha sido un caos. Pero no me arrepiento. De nada. Solo de las cosas que no he hecho. Por miedo. Como siempre. Por insegura. Por vergonzosa. Por gilipollas. Por yo que sé qué. 

Por eso y por mucho más, queridos Melchor, Gaspar y Baltasar, este año solo quiero que me prestéis un poco de vuestra magia. Que compartáis conmigo esa estrella que os guía y me enseñéis a no perderla de vista. Por favor. Yo os dejo un poco de cava en la mesa. Solo pido a cambio que tengáis la generosidad de llenar la copa medio vacía con tres cosas: respeto, empatía y amor. Lo primero como base de(l) roscón, lo segundo como papel de(l) regalo y lo tercero como ilusión de todos esos padres y madres que ven a sus hijos el 6 de enero con la sonrisa más grande del mundo. Y ojalá nunca pierdan esa ilusión de la Navidad. Puedo asegurar y aseguro que es el peor regalo que puede recibirse. Y quien lo hace no se da cuenta de que está regalando algo tan feo como la falta de libertad. (Espero que sepan entender que la ilusión de la que hablo no está referida al día de reyes). 

Miren, voy a confesar algo. El otro día fue la primera vez en mi vida que acabé un año y empecé el siguiente queriendo y odiando a la misma persona. Queriéndola como a la que más. Y odiándola como a la que más. Y lo digo en serio. Tampoco nadie sabe de lo que hablo. Pero quizás un rey mago sí... Por eso, Melchor, Gaspar o Baltasar, tú, quien seas de los tres, me da igual (aunque he de confesar que siempre fui más de Gaspar, todo hay que decirlo), por favor, regálame un pellizco de esperanza. Déjame en la zapatilla una chuchería llena de ilusión. Ilusión por la vida. Por mi vida. Por cambiar todo lo que me molesta. Por dejar a un lado lo que me agobia. Por empezar de cero conmigo misma. Y al polvorón dale un bocao', te dejo, pero préstame un poco de confianza. Te prometo que me prometo darme otra oportunidad. Pero ayúdame a llenar esa copa. Y cuando te vayas de mi casa, sigue dejando mis tres deseos en cada corazón de todas esas personas que día a día luchan por buscar la magia en las personas. Se merecen el regalo más grande del mundo. Y que no sea por tamaño. Ah, y hazme el favor de darle las gracias a las seis personas que, a día de hoy, se siguen atreviendo a formar parte de mi vida, sin estar vinculadas a ella desde el primer minuto que llegué llorando a este mundo de locos. 

Queridos reyes magos: como veis, lo que pido no hay nadie que pueda conseguirlo por mí. Déjenlo, ya me encargo yo, que soy la única capaz de cambiar(me). Pero eh, lo del respeto, la empatía y el amor iba en enserio. Llenen el mundo de ello, por favor. 

Gracias.

Fdo: una amante inocente de la vida.