viernes, 22 de enero de 2016

Lo que Madrid no vio.

Madrid no vio el abrazo de despedida en la estación.
Tampoco escuchó el 'te quiero' que se susurraban al oído.
Ni cómo sus miradas se entendían a la perfección.

Madrid no vio los besos que se guardaron para el reencuentro.
Tampoco fue testigo de sus lágrimas al caminar en sentidos contrarios.
Ni por qué esbozaban una sonrisa a pesar de todo.

Madrid no vio cómo se miraban cuando el tren salió.
Ni cómo su boca dibujaba un corazón al lanzarle un beso.
Y cómo el ojo izquierdo de ella respondía con un guiño de confianza.
Ni cómo se mordía suavemente el labio.
Y acabó poniendo en pausa su boca hasta que volviese.
Aunque realmente nunca llegaba a irse.

Madrid no vio su próximo (re)encuentro.
Tampoco sus abrazos de bienvenida.
Ni cómo se comían con la mirada. 

Pero, sobre todo, Madrid no vio cómo demostraban su amor, porque nunca fue necesario gritar que, por muchos trenes que las separasen, ella era su estación definitiva.

No hay comentarios:

Publicar un comentario