a este inquieto corazón a prueba de bombas,
(se) perdió la ilusión
a esa lágrima que aguantó sin medida.
Llegó, llenó y me llevó,
remolino de recuerdos
laberinto de sentimientos;
emoción de quien llora por dentro.
Vanesa no vio cómo mi corazón tiritaba de frío,
ni cuándo ni dónde rompió el hielo.
Vanesa se perdió mi mirada perdida
Vanesa se perdió mi mirada perdida
y cómo buscaba un rincón donde esconderse.
--- CRÓNICA DE UN BAILE ---
No sé por dónde ni cómo empezar. Me lo pondré fácil, utilizaré el recurso más cobarde: ojalá.
Ojalá sintáis alguna vez en vuestra vida lo que yo no pude evitar el 31 de enero. No por ser 31. Ni por ser enero. Sino por quien decidió comprar mi alma ese día. Ojalá no podáis controlar vuestras emociones. Ojalá los sentimientos sean más fuertes que vosotros. Ojalá lloréis. Ojalá os equivoquéis. Ojalá lo hagáis mal. Otra vez. Y otra vez. Y otra vez. Sin querer más de ti. Y ojalá, alguien, algún puñetero día, tenga el valor de contaros lo que nunca nadie se atrevió a deciros.
Y ojalá sea ella. La que escribe una historia para hacerla canción y contarla sin prejuicios ni autodefensas. La que tiene los santos cojones de sentirse con pleno derecho a hacerte daño. La que entra sin pedir permiso. La que remueve todo, y cuando digo todo es todo. Esa. La que se da golpes contra el pecho haciendo sentir que nos ha clavado lo que ella un día convirtió en canción. La que planta con rabia el pie sobre el escenario haciendo temblar miles de corazones que palpitan al ritmo de su baile. La que aparta el micrófono y calla todas las bocas del doble de ojos que la miran embobados. La que tiene la puta manía de activar el mecanismo de defensa tras el que todos nos escondemos. La que vive y sueña a partes iguales. La que baila y se ríe de todas esas personas que se cruzan en su vida para no quedarse. Y en la tuya. Y en la mía. La que reposa sus dedos sobre unas teclas blancas y negras empapadas de ganas de esperar una historia en la que perder, porque no se puede ganar siempre. La que me hace conocerme mejor y sentir más que la mayoría de las personas que me conocen. La que sabe definir mis emociones mejor que yo misma. La que deja tantos 'ojalá' detrás de la puerta esperando que llegue alguien que nunca tenga que usarlos por no querer salir. Ojalá tengáis la suerte de sentir que es ella la que os cuenta lo que nunca os atreveis a decir(os).
Gracias, Vanesa Martín.
Por confiar en el amor, más allá de ti.
Por hacerme temblar, más allá de mí.
Por creer en la piel, más allá de todo.
(Por traer Sevilla a Madrid.)
Gracias, joder.
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