¿Tú piensas en mí? Me gusta reconocer que yo a veces sí. Siempre también. Perder recuerdos, abrazos y jodidas despedidas no es tarea fácil. Encontrarlos tampoco. ¿Por qué olvidarlos entonces? No quiero. Ni puedo. Tú, que te crees muy listo, confías en el deber. Caprichoso destino. Ahora yo lo que entonces tú. Pero ya no dejo hablar al corazón. Grito con el silencio para que nadie escuche su debilidad. Sí, de idiota. De mí. De ti. De nosotros. Que nunca decimos y siempre sentimos. ¿Te arrepientes? Yo sí. De todo y nada. De todo en decir. De nada en hacer. Lo segundo por menos de la cuenta. Lo primero por nada. Más decir. Menos sentir. Más hacer. Tres por tres. Yo lo veo y subo dos. Tú a mi lado en la mesa jugando al mus evitando las cartas de corazones. A chica pierdes. A grande ganas. A pares sueñas. Y a juego engañas. Llevamos tres partidas. Yo que pedí 'mus' en todas. Tú que en ninguna dijiste nada. No nos atrevimos a terminarla. Hay dos más en la mesa testigos del juego de miradas. Suena Vanesa y un par de cervezas nos acompañan. Enero llega y no seré yo quien (lo) frene. Que sea ella quien llegue. Yo la espero hasta que venga y me lo cuente. Siéntate, que anochece, y todavía me queda preguntarte si piensas en mí casi nunca o casi siempre.
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