sábado, 5 de diciembre de 2015

Aun no te has ido.

Y ya me echo de menos. Mucho de menos. Es mucho tiempo queriendo. Muchas canciones que han sonado para intentar que la más importante se escuche por debajo y oculte su ritmo descontrolado. Esa letra que no entendemos y queremos que se pierda entre acordes que llegan para llenar los días de nuevas ilusiones. ¿Y qué? Sigue estando ahí. Nunca se fue. Es y será lo primero que puso este caos patas arriba. Y lo seguirá siendo. Porque no tiene solución. No porque no exista, sino porque hay quien se niega a buscarla. Y, lo más feo de todo, es que, después de tanto tiempo, sigue sin darse cuenta de que te está matando, te va quitando corazones, como el personaje del videojuego que busca recuperar vidas cruzando pantallas. Así te sientes. Y cansa. Muchísimo. Te agota. Y no te dejan sacarlo de tu vida. Por el puto hecho de ser quien es. Qué injusto que nos roben la libertad de decisión... Y mira que demuestras que no quedan ganas de seguir, que ignoras, incluso que hablas mal, y nada. No hay más ciego que el que no quiere ver. Y qué pena que no quiera ver cómo se siente la que debería ser una de las personas más importantes de su vida. De mi vida. De la vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario